Siempre me ha parecido honorable la labor de aquellas personas que ayudan a las más vulnerables, que se esfuerzan por evitar la pobreza, por promover el progreso social y el cuidado del planeta. Tanto las que lo hacen movidas por una inquietud particular, como aquellas que se dedican a ello profesionalmente, aunque me gustaría centrarme en este último grupo. Dedicarte profesionalmente a mejorar la calidad de vida de la gente, trabajar en una organización con tales objetivos de negocio suena muy gratificante y retador.
Del “storytelling” al “storydoing” en las empresas
En los últimos años, el sector empresarial comienza a verse envuelto en un cambio de conciencia y la palabra sostenibilidad entra en la vida de cada uno de nosotros. No me digáis que no. De una u otra forma, empezamos a descubrir nuevas siglas y conceptos y, lo más importante, los objetivos de desarrollo sostenible comienzan a entrar en los despachos de los CEOS. Es cuando se pasa del storytelling al storydoing.
Por ejemplo, ya es un hecho que:
- El 80% de las empresas del IBEX 35 evalúa a sus proveedores bajo criterios sociales y de derechos humanos.
- Más allá de la bolsa, entre las empresas que están implementando los ODS, el 71% de ellas está llevando a cabo medidas de conciliación laboral y flexibilidad horaria.
- El 61% de ellas ha implantado el teletrabajo y un 63% pone el foco en los planes de igualdad.
- El 49% afirma que la integración de la sostenibilidad y los ODS ha impactado de forma positiva en los resultados económicos de la empresa.
Frankie “The Dino” y el cambio climático.
Detrás de estos datos y despachos de ahora y del futuro, estamos todas las personas que haremos posible este progreso. Al mismo tiempo no puedo evitar cuestionarme si es sostenible proteger a otros si nosotros no somos capaces de cuidarnos a nosotros mismos. Ha sido Frankie quien me ha hecho pensar en esto.
Frankie The Dino es el protagonista de una campaña para las Naciones Unidas lanzada en octubre del año pasado. En ella vemos cómo la Organización de las Naciones Unidas utiliza a un dinosaurio, a Frankie, irrumpiendo el hemiciclo de la Asamblea General para expresar su desconcierto ante el hecho de que los humanos se estén extinguiendo a sí mismos:
«Les tengo que decir, y pensarán que es obvio, que extinguirse es algo malo. Pero ¿y extinguirse a uno mismo?”
El discurso versa sobre la crisis del cambio climático, aunque mi cabeza ha ido más allá.
Más conectados que nunca, más individualistas que nunca
Hoy recupero esta campaña porque me hizo pensar, porque ha trascendido más allá del mundo publicitario y porque pone de manifiesto lo lejos que estamos hoy como especie de nuestra propia naturaleza. Estamos más conectados que nunca, tenemos más amigos virtuales que nunca, y también somos más individualistas que nunca. Hemos llegado a ver y vivir la vida como un escenario en el que se gana o se pierde.
Más de una vez me han preguntado si el “mantenimiento de mi fierecilla” – mi perra- es muy caro. Por favor… no es un coche, es un miembro de mi familia al que adoro. Yo misma he llegado a referirme a relaciones de pareja como “gestionar la ruptura minimizando daños”. Queremos “rentabilizar las emociones” y esto, señoras y señores, no nos hace bien.
Nuestros actos y nuestra manera de expresarnos pueden llegar a hacer que nos sintamos con la necesidad de producir continuamente incluso en nuestra vida afectiva, como si fuéramos máquinas. Quiero incorporar una frase que leí no recuerdo dónde – prometo no haberla usado aún – que decía que hoy día hacemos el amor midiendo el tiempo. Y ciertamente es así, vamos por la vida bajo el yugo del reloj. Señoras y señores, esto no nos hace bien.
Cuidémonos. Querámonos. Démosle tiempo al tiempo. Como diría Frankie: “Es hora de que dejen de poner excusas y comiencen a hacer cambios. Es ahora o nunca”.